sábado, 31 de mayo de 2025

002 Discernir en pareja - Un ejemplo: Ignacio de Loyola

Oración inicial invocando al Espíritu Santo.

Lectura previa: 

Audiencia General del Papa Francisco del miércoles 07 de septiembre de 2022. 2 de 14 sobre el discernimiento

Fuente: https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2022/documents/20220907-udienza-generale.html


Síntesis de lectura

Durante su convalecencia por una herida de batalla, Iñigo de Loyola, buscando aliviar el aburrimiento, pidió leer algo. Aunque deseaba libros de caballería, solo encontró vidas de santos. En ese encuentro inesperado, comenzó a notar un profundo movimiento en su corazón respecto al tiempo: los pensamientos mundanos, aunque inicialmente atractivos, solo dejaban vacío y descontento. En cambio, los pensamientos de Dios, que al principio podían generar resistencia, cuando eran acogidos traían una paz duradera.

San Ignacio también reflexionó sobre la procedencia de los pensamientos: si provenían del maligno, ofrecían placer inmediato, pero con el tiempo conducían al vicio y al pecado. Por el contrario, los pensamientos inspirados por el buen Espíritu solían ser incómodos al inicio, pues interpelaban la conciencia con un juicio recto, pero finalmente llevaban a la virtud y la santidad.

La memoria de la historia personal es esencial para quien busca discernir. Es necesario regresar a ese recorrido y preguntarse: ¿Por qué camino en esta dirección? ¿Qué estoy buscando? En este ejercicio se da el verdadero discernimiento. Ignacio vivió su primera experiencia de Dios escuchando su propio corazón, y eso es lo que debemos aprender: detenernos y preguntarnos: ¿Cómo está mi corazón? ¿Está satisfecho, triste, inquieto? ¿Qué busca realmente? Tomar buenas decisiones requiere escuchar con atención la Palabra de Dios que guardamos en nuestro interior.

Los acontecimientos de la vida parecen a veces guiados por la casualidad. Un contratiempo aparentemente trivial, como la ausencia de libros de caballería y la presencia de relatos de santos, puede convertirse en el punto de partida de una transformación profunda. Dios trabaja no solo en lo previsible, sino también en los contratiempos y en las situaciones inesperadas. Por eso, es esencial estar atentos a lo imprevisto y preguntarnos desde lo más profundo del corazón: *¿Esto es amor, o es otra cosa? Solo cuando observamos nuestras reacciones ante lo inesperado podemos conocer verdaderamente nuestro corazón y comprender cómo se mueve.

El discernimiento nos ayuda a reconocer las señales con las que el Señor se nos hace presente en las circunstancias más inesperadas, incluso en las difíciles. De estos momentos puede surgir un encuentro que cambie la vida para siempre. El hilo conductor más bello suele estar tejido por lo imprevisto. ¿Cómo reaccionamos ante ello? Que el Señor nos conceda la gracia de escuchar nuestro corazón, reconocer cuándo Él actúa en nuestra vida y diferenciarlo de aquello que no viene de Él.



Momentos de la conversación espiritual:

  1. Oración personal. Observando las luces e invitaciones más significativas de Dios ante lo leído.
  2. Escucha atenta: Compartir, de modo sencillo y profundo, escuchando atentamente al otro sin interrumpir con preguntas u opiniones, dejando que lo vivido por el otro ilumine lo advertido en nuestro interior. Al finalizar la intervención dejar un breve espacio de silencio para sentir y gustar lo expresado.
  3. Ecos. Compartir aquello que fue iluminado por el compartir del otro. Sin evaluar, ni hacer grandes reflexiones, solo expresar cómo aquello que compartió el otro colaboró con tener una mayor luz en las mociones personales o suscitó algún movimiento que me conduce a una mayor claridad.
  4. Comunión. Preguntarse por lo común de las llamadas particulares. ¿Hacia dónde nos conduce el Señor? ¿Qué invitaciones se repiten y pueden traducirse en acciones concretas? No se trata de llegar a consensos o acuerdos, la invitación es a responder adecuadamente y con generosidad a lo que el Espíritu Santo suscita.
Oración final.


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