lunes, 2 de junio de 2025

003 Discernir en pareja - Los elementos del discernimiento. La familiaridad con el Señor

Oración inicial invocando al Espíritu Santo.

Lectura previa: 

Audiencia General del Papa Francisco del miércoles 28 de septiembre de 2022. 3 de 14 sobre el discernimiento

Fuente: https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2022/documents/20220928-udienza-generale.html


Síntesis de lectura

El primer elemento fundamental del discernimiento es la oración. Para discernir correctamente, es necesario situarnos en un ambiente de oración, un estado interior que nos disponga a escuchar a Dios. La oración es imprescindible, especialmente cuando involucra los afectos, permitiéndonos dirigirnos a Dios con sencillez y familiaridad. Es ir más allá de las palabras, entrar en intimidad con el Señor con espontaneidad afectuosa, lo que nos ayuda a reconocer lo que le agrada.

Orar es confiar en Dios, acercarnos a Él con apertura y afecto. En esta relación de confianza se disipan el miedo, la tentación de dudar de su Voluntad santa y cualquier inquietud del corazón. El discernimiento no busca una certeza absoluta, pues la vida misma no siempre es lógica ni se reduce a la razón; no somos máquinas. Los principales obstáculos y ayudas para decidirse por el Señor provienen del corazón, de los afectos.

Muchos creen que Jesús es el Hijo de Dios, pero dudan de su deseo de hacernos felices. Algunos temen que tomar en serio su propuesta signifique renunciar a sus sueños más profundos, mortificar sus deseos, perder demasiado. Hay quienes incluso dudan de su amor. Sin embargo, hemos visto que el signo del encuentro con el Señor es la alegría: cuando oramos y nos encontramos con Él, experimentamos gozo. En cambio, la tristeza y el miedo suelen ser señales de distancia con Dios.

Discernir lo que ocurre en nuestro interior no es fácil, porque las apariencias pueden engañar. No obstante, la cercanía con Dios disuelve suavemente dudas y temores, haciendo nuestra vida cada vez más receptiva a su luz amable. Estar en oración no se trata solo de decir palabras, sino de abrir el corazón a Jesús, acercarnos a Él y dejarle entrar en nuestra vida.

Pidamos la gracia de vivir una relación de amistad con el Señor, como un amigo habla al amigo. Esta es una gracia que debemos solicitar unos por otros: ver a Jesús como nuestro amigo más grande y fiel, aquel que nunca nos abandona, ni siquiera cuando nos alejamos de Él. Saludémosle con afecto y cercanía, con pocas palabras, con gestos de amor y buenas obras.





Momentos de la conversación espiritual:

  1. Oración personal. Observando las luces e invitaciones más significativas de Dios ante lo leído.
  2. Escucha atenta: Compartir, de modo sencillo y profundo, escuchando atentamente al otro sin interrumpir con preguntas u opiniones, dejando que lo vivido por el otro ilumine lo advertido en nuestro interior. Al finalizar la intervención dejar un breve espacio de silencio para sentir y gustar lo expresado.
  3. Ecos. Compartir aquello que fue iluminado por el compartir del otro. Sin evaluar, ni hacer grandes reflexiones, solo expresar cómo aquello que compartió el otro colaboró con tener una mayor luz en las mociones personales o suscitó algún movimiento que me conduce a una mayor claridad.
  4. Comunión. Preguntarse por lo común de las llamadas particulares. ¿Hacia dónde nos conduce el Señor? ¿Qué invitaciones se repiten y pueden traducirse en acciones concretas? No se trata de llegar a consensos o acuerdos, la invitación es a responder adecuadamente y con generosidad a lo que el Espíritu Santo suscita.
Oración final.


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