domingo, 6 de julio de 2025

013 Discernir en pareja - Ayudas para el discernimiento.

Oración inicial invocando al Espíritu Santo.

Lectura previa: 

Audiencia General del Papa Francisco del miércoles 21 de diciembre de 2022. 13 de 14 sobre el discernimiento

Fuente: https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2022/documents/20221221-udienza-generale.html


Síntesis de lectura

Si crees que el discernimiento es complicado, considera cuán difícil puede ser la vida cuando no aprendemos a interpretarla. Sin esa capacidad, corremos el riesgo de desperdiciarla y caer en el desaliento. Pero el discernimiento no es un ejercicio que realizamos solos; hoy veremos algunas ayudas que pueden facilitarlo, pues es indispensable en la vida espiritual:

  • La Palabra de Dios y la doctrina de la Iglesia. Nos enseñan a leer lo que se mueve en el corazón, permitiéndonos reconocer la voz de Dios y distinguirla de otras voces. Su mensaje resuena en la calma, en la atención y el silencio, como la experiencia del profeta Elías, quien escuchó a Dios en una brisa suave (cf. 1 Re 19,11-12). La voz de Dios nunca se impone; es discreta, respetuosa, humilde y pacificadora. Solo en esa paz podemos adentrarnos en lo profundo del alma y reconocer los deseos del Señor. Su Palabra es presencia viva y obra del Espíritu Santo: conforta, instruye, ilumina, fortalece, restaura y nos llena de gozo. Es un auténtico anticipo del paraíso. Dedícale cinco minutos al día y deja que la Palabra de Dios toque tu corazón.
  • Una relación afectiva con Jesús, el corazón que habla al corazón. En ocasiones, podemos tener una imagen distorsionada de Dios, pero Jesús nos revela un Padre lleno de compasión y ternura, dispuesto a sacrificarse para salir al encuentro de sus hijos. Quien contempla el crucifijo descubre una paz nueva y aprende a no temer a Dios: en la cruz se manifiestan, al mismo tiempo, la aparente impotencia y el amor más pleno, capaz de afrontar cualquier prueba por nosotros. La vida con el Señor puede verse como una amistad que crece cada día, capaz de transformar el corazón.
  • El rosario y el vía crucis. La historia de la pasión de Jesús es el camino maestro para enfrentar el mal sin dejarse abrumar por él. En este relato no hay juicio ni resignación, porque está atravesado por una luz mayor: la luz de la Pascua, que revela un designio divino en medio de los acontecimientos más dolorosos. Nada puede frustrar ese plan. Cruz y resurrección: Cristo es la puerta.
  • El don del Espíritu Santo. Presente en nosotros, nos instruye, da vida a la Palabra que leemos, abre caminos y señala sendas de luz donde antes solo parecía haber oscuridad. ¡El Espíritu Santo da vida al alma! Déjalo entrar, invócalo con frecuencia, pues en Él reside la fuerza de la Iglesia y el impulso para avanzar. Es discernimiento en acción, la presencia viva de Dios, el mayor de los regalos. Nunca canceles el diálogo con el Espíritu Santo; incluso si caes en pecado, háblale, porque Él te ayudará a encontrar el perdón.
  • La liturgia de las Horas. Nos guía en la oración con una súplica sencilla y profunda: «Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme». Esta invocación expresa el grito irreprimible que brota del alma necesitada de salvación. Nos ayuda en el discernimiento, recordándonos que Dios ha obrado en nuestra vida, que nunca estamos solos y que luchamos por lo más grande: el Reino de Dios y la salvación de las almas.





Momentos de la conversación espiritual:

  1. Oración personal. Observando las luces e invitaciones más significativas de Dios ante lo leído.
  2. Escucha atenta: Compartir, de modo sencillo y profundo, escuchando atentamente al otro sin interrumpir con preguntas u opiniones, dejando que lo vivido por el otro ilumine lo advertido en nuestro interior. Al finalizar la intervención dejar un breve espacio de silencio para sentir y gustar lo expresado.
  3. Ecos. Compartir aquello que fue iluminado por el compartir del otro. Sin evaluar, ni hacer grandes reflexiones, solo expresar cómo aquello que compartió el otro colaboró con tener una mayor luz en las mociones personales o suscitó algún movimiento que me conduce a una mayor claridad.
  4. Comunión. Preguntarse por lo común de las llamadas particulares. ¿Hacia dónde nos conduce el Señor? ¿Qué invitaciones se repiten y pueden traducirse en acciones concretas? No se trata de llegar a consensos o acuerdos, la invitación es a responder adecuadamente y con generosidad a lo que el Espíritu Santo suscita.
Oración final.


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