miércoles, 25 de junio de 2025

008 Discernir en pareja - La materia del discernimiento. La desolación - ¿por qué estamos desolados?

Oración inicial invocando al Espíritu Santo.

Lectura previa: 

Audiencia General del Papa Francisco del miércoles 16 de noviembre de 2022. 8 de 14 sobre el discernimiento

Fuente: https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2022/documents/20221116-udienza-generale.html


Síntesis de lectura

Hemos visto lo importante que es leer lo que sucede y después de tomar decisiones. 

De hecho, entendemos que, sin una dosis de insatisfacción, sin una tristeza saludable, sin la capacidad de estar a solas con nosotros mismos sin huir, corremos el riesgo de caer en la superficialidad. La desolación actúa como una "sacudida del alma"; fomenta la vigilancia, la humildad y nos protege del capricho. No podemos ignorar nuestros sentimientos; debemos vivirlos para no volvernos indiferentes al sufrimiento ajeno ni incapaces de acoger el propio.

La "perfecta serenidad" no se alcanza manteniendo una distancia fría y calculada, como quien dice: “Yo no me involucro, tomo distancia”. Las decisiones importantes requieren compromiso y esfuerzo; tienen un precio que se paga con el corazón. La desolación también nos invita a la gratuidad, a actuar sin que la recompensa emotiva sea el único motor de nuestras acciones. Nos ofrece la oportunidad de cultivar relaciones que vayan más allá del mero intercambio de dar y recibir.

Nos hace mucho bien estar con el Señor sin otro propósito que estar en Su presencia, tal como ocurre con las personas que amamos: deseamos conocerlas más y más, simplemente porque es hermoso compartir tiempo con ellas. La vida espiritual no es una técnica ni un programa de bienestar interior; es una relación genuina con el Dios Vivo y Verdadero.

La desolación es la respuesta más clara a quienes afirman que la experiencia de Dios es una sugestión o una simple proyección de nuestros deseos. No debemos temerla, sino llevarla con perseverancia, sin huir. En ella, podemos encontrar al Señor. Por eso, ante las dificultades, jamás debemos desanimarnos, sino enfrentar la prueba con decisión y con la ayuda de Dios, que nunca nos falla.

Y si en nuestro interior escuchamos una voz insistente que busca alejarnos de la oración, aprendamos a desenmascararla como la voz del tentador. Sin dejarnos impresionar, sigamos adelante y hagamos justamente lo contrario de lo que intenta sugerirnos.





Momentos de la conversación espiritual:

  1. Oración personal. Observando las luces e invitaciones más significativas de Dios ante lo leído.
  2. Escucha atenta: Compartir, de modo sencillo y profundo, escuchando atentamente al otro sin interrumpir con preguntas u opiniones, dejando que lo vivido por el otro ilumine lo advertido en nuestro interior. Al finalizar la intervención dejar un breve espacio de silencio para sentir y gustar lo expresado.
  3. Ecos. Compartir aquello que fue iluminado por el compartir del otro. Sin evaluar, ni hacer grandes reflexiones, solo expresar cómo aquello que compartió el otro colaboró con tener una mayor luz en las mociones personales o suscitó algún movimiento que me conduce a una mayor claridad.
  4. Comunión. Preguntarse por lo común de las llamadas particulares. ¿Hacia dónde nos conduce el Señor? ¿Qué invitaciones se repiten y pueden traducirse en acciones concretas? No se trata de llegar a consensos o acuerdos, la invitación es a responder adecuadamente y con generosidad a lo que el Espíritu Santo suscita.
Oración final.


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