martes, 16 de agosto de 2016

6. Amor Divino ... Para vivir en el Sagrado Corazón - Disposición 3 de 3. Mons. Luis María Martínez

"La tercera disposición que debemos tener para vivir en el Corazón de Jesús es sobrenaturalizar nuestra vida, levantarnos de las cosas de este mundo, elevarnos por encima de nuestra propia miseria y hasta de nuestra propia razón y mirar con los ojos iluminados del corazón, que son los únicos ojos que pueden ver ahí dentro.

La única luz que ilumina el abismo del Corazón de Jesús es la luz de la fe; ahí para nada sirven nuestros sentidos, antes bien nos estorban; y nuestra misma razón es impotente.

Y así como cuando entramos a una gruta oscura necesita nuestra vista adaptarse a aquella luz tenue de allá adentro; así nosotros, al entrar en el Corazón de Jesús, tenemos que adaptar los ojos de nuestro corazón. Porque ahí hay tinieblas, pero son tinieblas divinas, tinieblas por exceso de luz. Y es necesario que nuestros ojos se vayan adaptando a ellas. Pero esa adaptación la produce la fe, el criterio sobrenatural.

Dejemos fuera la razón, poco sirve y mucho estorba; entremos con la fe y vivamos de fe, porque es otro mundo, es otra vida, es otra luz, se necesitan otros ojos.

La fe nos enseña que Dios nos ama y que nos ama no en conjunto y como en masam sino personalmente, individualmente, a cada uno de nosotros: "¡Me ama a mí!", conoce mi nombre, tiene grabado en su Corazón mi imagen. Más aún puedo asegurar que su Corazón es todo para mí, porque Nuestro Señor no puede amar como nosotros, a medias, de una manera fragmentaria, sino que cuando ama con todo su Corazón, ama de una manera infinita.

Dios nos ama y su amor no es un amor estéril, escondido en lo más alto de los cielos; todo lo contrario, es un amor activo, providente, cuidadoso, solícito; es un amor que no nos olvida un momento, que nos protege sin cesar, que va disponiendo minuciosamente, pormenorizadamente, todos los acontecimientos de nuestra vida, desde los más trascendentales hasta los más insignificantes.

Si en el mundo no existiera más que Dios y tú - alma que lees estas líneas - no te amaría m ás de lo que te ama, si el único objeto de su amor fueras tú, te amaría como te ama.

Tarea del amor divino: hacer un repaso de los sucesos trascendentales de tu historia y entronizar a Dios como Dueño de tu Historia, observando el amor providente, solícito, cuidadoso y minucioso que ha tenido y tiene por tí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario