viernes, 26 de agosto de 2016

9. Amor Divino ... Para vivir en el Sagrado Corazón - El Ideal ... Creados para Cristo parte 2. De Mons. Luis María Martínez

A las veces nos imaginamos que Jesucristo es tan sólo el modelo que debemos copiar. Como pasa en un taller de pintura: el pintor tiene frente a él un modelo y sobre su mesa de trabajo está reproduciendo sus rasgos; pero el modelo está afuera y sólo por medio de su arte los rasgos del modelo pasan a su dibujo. Así nos imaginamos la vida espiritual. Cristo es el modelo; nosotros lo contemplamos para reproducir en nuestras almas los rasgos de su fisonomía espiritual.

Sin duda que esto es cierto, pero no es toda la verdad; si no viéramos la vida espiritual sino de esta manera, la veríamos superficialmente; porque tenemos que reproducir a Jesús, pero no copiando algo exterior, sino por una comunicación íntima con Él.

Por eso dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6). No dice Yo soy el guía que os ha de conducir por el camino, sino, Yo soy el Camino mismo. No dice: Yo soy la fuente de la vida, sino la vida misma. No dice: Yo soy el Maestro de la verdad, sino la Verdad misma.

Por estas palabras comprendemos que la vida espiritual es algo más que una escuela en que Jesús enseña y nosotros aprendemos; algo más que un taller en que reproducimos los rasgos de Nuestro Señor; algo más que un camino en que Jesucristo nos sirve de guía. Es algo más íntimo: Jesús es Maestro, pero un Maestro que nos habla en lo interior y vive en nosotros; es un modelo, pero un modelo que se une a nosotros y por su eficacia divina nos va comunicando, en lo íntimo de nuestro corazón, su vida y su espíritu hasta llegar a reproducirse en nosotros.

Cuando se siembra una semilla, ésta reproduce exactamente la planta que la produjo, pero no porque la copie, sino por una fuerza vital. De manera que hay dos modos de copiar una planta: una, artificialmente, pintándola o reproduciéndola, pero con una reproducción muerta, en papel, en lienzo, etc.; otra, reproduciéndola de una manera vital, haciendo que germine la semilla. Pues bien, no debemos copiar a Cristo artificialmente, sino de una manera vital; porque, como dice San Juan, tenemos en nosotros la semilla de Dios.

Jesucristo se une a nuestras almas y nos comunica su vida, y de esta manera va poco a poco reproduciéndose en nosotros hasta transformarnos en Él No es, repito el trabajo del artista que copia el modelo, es un trabajo vital.

Y no se crea que exagero, esta doctrina de la Sagrada Escritura. Yo soy la Vid, dice Jesús, y vosotros las ramas, los sarmientos. Analicemos esta comparación y veremos todas las riquezas que contiene. La vid y los sarmientos forman una sola cosa y están unidos; los sarmientos son la continuación de la vid; en aquellos y en ésta circula la misma savia; tienen, por consiguiente, la misma vida. De manera que si a la vid se le arranca un sarmiento, se seca y no sirve sino para ser arrojado al fuego; pero si permanece unido a ella, entonces vive y produce fruto.

Así somos nosotros: separados de Jesús para nada servimos, sino para ser arrojados al fuego de nuestras concupiscencias en esta vida, y en la otra al fuego del infierno; pero si estamos unidos a Él vivimos su misma vida y producimos fruto.

Más decisivas son aquellas otras palabras de Jesús: Así como Yo vivo por el Padre, el que me come vive por Mí.

¿No es algo dulcísimo esta unión tan estrecha, esta comunicación de espíritu y de vida con Él? Somos de Él, vivimos con Él y para Él. ¿No satisface esto a nuestro corazón? ¿No nos entusiasma pensar que la vida espiritual sea así?

Tarea del amor divino: Contemplar a Cristo en el Santísimo Sacramento. ¿Estoy siendo tierra fértil para que Jesús vivo se reporduzca en mí?

No hay comentarios:

Publicar un comentario