Sin duda que esto es cierto, pero no es toda la verdad; si no viéramos la vida espiritual sino de esta manera, la veríamos superficialmente; porque tenemos que reproducir a Jesús, pero no copiando algo exterior, sino por una comunicación íntima con Él.
Por eso dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6). No dice Yo soy el guía que os ha de conducir por el camino, sino, Yo soy el Camino mismo. No dice: Yo soy la fuente de la vida, sino la vida misma. No dice: Yo soy el Maestro de la verdad, sino la Verdad misma.
Por estas palabras comprendemos que la vida espiritual es algo más que una escuela en que Jesús enseña y nosotros aprendemos; algo más que un taller en que reproducimos los rasgos de Nuestro Señor; algo más que un camino en que Jesucristo nos sirve de guía. Es algo más íntimo: Jesús es Maestro, pero un Maestro que nos habla en lo interior y vive en nosotros; es un modelo, pero un modelo que se une a nosotros y por su eficacia divina nos va comunicando, en lo íntimo de nuestro corazón, su vida y su espíritu hasta llegar a reproducirse en nosotros.

Jesucristo se une a nuestras almas y nos comunica su vida, y de esta manera va poco a poco reproduciéndose en nosotros hasta transformarnos en Él No es, repito el trabajo del artista que copia el modelo, es un trabajo vital.
Y no se crea que exagero, esta doctrina de la Sagrada Escritura. Yo soy la Vid, dice Jesús, y vosotros las ramas, los sarmientos. Analicemos esta comparación y veremos todas las riquezas que contiene. La vid y los sarmientos forman una sola cosa y están unidos; los sarmientos son la continuación de la vid; en aquellos y en ésta circula la misma savia; tienen, por consiguiente, la misma vida. De manera que si a la vid se le arranca un sarmiento, se seca y no sirve sino para ser arrojado al fuego; pero si permanece unido a ella, entonces vive y produce fruto.
Así somos nosotros: separados de Jesús para nada servimos, sino para ser arrojados al fuego de nuestras concupiscencias en esta vida, y en la otra al fuego del infierno; pero si estamos unidos a Él vivimos su misma vida y producimos fruto.
Más decisivas son aquellas otras palabras de Jesús: Así como Yo vivo por el Padre, el que me come vive por Mí.
¿No es algo dulcísimo esta unión tan estrecha, esta comunicación de espíritu y de vida con Él? Somos de Él, vivimos con Él y para Él. ¿No satisface esto a nuestro corazón? ¿No nos entusiasma pensar que la vida espiritual sea así?
Tarea del amor divino: Contemplar a Cristo en el Santísimo Sacramento. ¿Estoy siendo tierra fértil para que Jesús vivo se reporduzca en mí?
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