domingo, 28 de agosto de 2016

10. Amor Divino ... Para vivir en el Sagrado Corazón - El Ideal ... Creados para Cristo parte 3. De Mons. Luis María Martínez

No veamos, pues, superficialmente la vida espiritual, como una simple escuela de moral, de manera que tengamos que estar trabajando por perfeccionarnos moralmente, quitando ese defecto, plantando aquella virtud; mientras allá lejos, muy lejos está Jesús que nos ayuda, que nos alienta, que nos dirige.

Eso es mirar superficialmente la vida sobrenatural.

Sin duda que tenemos que trabajar en perfeccionarnos, y que luchar contra nuestros enemigos, y que practicar las virtudes; pero no estamos lejos de Jesús; Él, no sólo está vigilando nuestros pasos y alentándonos en nuestras luchas, sino que vive en nosotros y nosotros en Él. Es una expansión de su vida divina lo que está produciendo en nuestro corazón. Y ese germen divino que hemos recibido, debemos desarrollarlo, uniéndonos con Él hasta que nos convirtamos en Jesús, no por una simple reproducción exterior de los rasgos de su vida, sino por una comunicación íntima de su espíritu.

Por eso decía en la introducción que no es una metáfora afirmar que estamos en Jesús y que podemos entrar en su Corazón; es una realidad aunque misteriosa. Vivimos en Él, somos miembros de su Cuerpo Místico, de tal suerte que existe entre Jesús y nosotros una unión más íntima que la unión que existe entre mi cabeza y los demás miembros de mi organismo. Por ejemplo, cuando mi mano se mueve, es porque mi cerebro ha ordenado ese movimiento; él está influyendo eficazmente en mis manos; y la sangre que circula por mi cerebro es la misma que circula por mis manos; hay entre ellos unión vital e identidad de vida.

Así nosotros somos miembros del Cuerpo Místico de Cristo y formamos una sola cosa con Él, como dice el Apóstol.

Dios ha puesto en la Iglesia doctores, profetas, evangelistas, etc.; - prosigue San Pablo -, para la edificación del Cuerpo de Cristo, para hacer que Cristo llegue a su estatura perfecta, a la plenitud de su desarrollo. Lo cual quiere decir que todas las almas que durante el transcurso de los siglos han entrado en la Iglesia vienen a formar el Cuerpo de Cristo; y los siglos de la Historia tienen precisamente por fin completar su Cuerpo Místico; porque todavía no se ha desarrollado completamente, todavía no ha llegado a la plenitud de su edad y de su estatura. En el último día de los tiempos, Cristo estará completo cuando el último predestinado se haya incorporado a Él. Entonces llegará a la plenitud de su edad y de su estatura. (Ef 4,13)

Pero todo esto supone que somos algo suyo, que somos otros Cristos, que vivimos su misma vida.

Así debemos concebir la vida espiritual, sobre todo la perfección, como la unión íntima entre Cristo y nosotros. El día en que Nuestro Señor viva en nosotros plenamente; el día en que acabe de crearse en nosotros el hombre nuevo, creado según la voluntad de Dios en la justicia y en la santidad de la verdad; el día en que podamos exclamar con el Apóstol: Ya no vivo yo, sino que Cristo es quien vive en mí; entonces también habremos llegado a la plenitud de nuestra edad y de nuestra estatura espiritual, habremos alcanzado verdaderamente la perfección cristiana.

Por todas estas indicaciones - que Nuestro Señor nos hará comprender mejor, porque nuestro lenguaje no se presta para expresar ciertas realidades espirtiruales - podemos comprender hasta qué punto es una misteriosa realidad el que nosotros vivamos en Jesús y estemos como dentro de Él.

Y entendiendo lo que es estar dentro de Jesús, nos será muy fácil entender lo que es estar dentro de su Corazón divino.


No hay comentarios:

Publicar un comentario