viernes, 10 de marzo de 2017

Día 10 de 40: El amor es incondicional.

«Pero la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores.» Romanos 5,8

Si alguien te preguntara: ¿por qué amas a tu esposa?, ¿qué dirías?

La mayoría de los hombres mencionarían la belleza de su esposa, su sentido del humor, su bondad, su fortaleza interna. Quizá, hablarían de su capacidad para cocinar, su don para decorar o de lo buena madre que es.
¿Pero qué sucedería si con el correr de los años tu cónyuge dejara de ser todas estas cosas? ¿Seguirías amándola? Si todas las razones por las que amas a tu cónyuge tienen que ver con sus cualidades (y luego esas mismas cualidades desaparecen de repente o con el tiempo) el fundamento de tu amor se esfuma.

El amor sólo puede durar toda la vida si es incondicional. La verdad es la siguiente: al amor no lo define la persona amada sino la que decide amar.

La Biblia se refiere a esta clase de amor con el uso de la palabra griega: ágape.

Es distinto de las otras clases de amor: fileos (la amistad) y eros (el amor sexual). Por supuesto tanto la amistad como el sexo ocupan un lugar importante en el matrimonio y forman una parte esencial del hogar que construyen juntos como esposos. No obstante, si tu matrimonio depende por completo de tener reciprocidad o de disfrutar de una vida sexual saludable, los cimientos de tu relación son inestables.

El "fileos" y el "eros" son más receptivos por naturaleza y pueden fluctuar según los sentimientos. Por otro lado, el amor ágape es desinteresado e incondicional. Así que a menos que esta clase de amor constituya el cimiento de tu matrimonio, el desgaste del tiempo lo destruirá. El amor "ágape" es un amor que se manifiesta "en la salud y en la enfermedad", "en la prosperidad y en la adversidad", en buenos y malos momentos. Es la única clase de amor verdadero.

Esto se debe a que es la clase de amor que Dios tiene. No nos ama porque lo merezcamos, sino porque Él es amoroso. « Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados.» 1 Juan 4,10. Si Él quisiera que probáramos ser dignos de su amor, fracasaríamos de manera lamentable. Sin embargo el amor de Dios es una elección que toma por su cuenta. Es algo que recibimos de su parte y luego le transmitimos a los demás. «Nosotros amamos porque Dios nos amó primero.» 1 Juan 4,19.

Si un hombre le dice a su esposa "ya no estoy enamorado de ti", lo que en realidad está diciendo es: "Para empezar, nunca te amé de forma incondicional". Su amor se apoyaba en sentimientos o circunstancias en lugar del compromiso. Es el resultado de edificar un matrimonio sobre el amor "fileos" o "eros". Los cimientos deben ser más profundos que una simple amistad o la atracción sexual. El amor incondicional, el amor "ágape", no oscilara con el tiempo ni las circunstancias.

Sin embargo, no quiere decir que el amor que haya comenzado por razones erróneas no pueda ser restaurado y redimido. Es más, cuando reconstruyes tu matrimonio con el "ágape" como fundamento, los aspectos de amistad y romance de tu amor se vuelven aún más atractivos que nunca. Cuando el disfrute mutuo como mejores amigos y amantes tiene su fundamento en un compromiso inquebrantable, experimentas una intimidad que no puede lograrse de ninguna otra manera.

No obstante, a menos que le permitas a Dios que comience a cultivar este tipo de amor dentro de ti, lucharás y no lograrás alcanzar esta clase de matrimonio. «El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.» (1 Corintios 13,7) no surge de nuestro interior. Sólo puede venir de Dios.

Las Sagradas Escrituras nos dicen: « Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.» (Romanos 8,38-39). Es la clase de amor que Dios tiene. Y por fortuna, si quieres, puede transformarse en tu clase de amor, pero primero, debes recibirlo para después transmitirlo.

Y cuando tu cónyuge comience a vivir cómodamente bajo la sombra de éste amor, no debes sorprenderte si amarla te resulta más fácil que antes. Ya no dirás "Te amo porque..." Ahora dirás: "Te amo y punto.".


EL DESAFÍO DE HOY

Haz algo fuera de lo común por tu cónyuge, algo que pruebe (tanto a ti como a ella) que tu amor tiene su fundamento en tu decisión y en nada más. Pueden ser cosas simples, pero fuera de lo común, demuéstrale amor por la pura satisfacción de ser su compañero en el matrimonio.

Comienza a leer ... La encíclica de S.S. Benedicto XVI - Deus Caritas est, sobre el amor cristiano.

http://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20051225_deus-caritas-est.html

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