martes, 14 de marzo de 2017

Día 14 de 40: El amor providente de Dios.

¿Cómo es posible que los santos en medio de tantas vicisitudes y de tan dolorosas penas hayan conservado siempre la paz? Pero más extraño me parece que los cristianos que tienen fe se llenen de inquietud. Porque para conservar la paz bastaría una sola cosa: vivir de fe. Sobre todo, creer en el dogma consolador del amor de Dios y de su Providencia solícita y constante. No necesitaríamos de otra cosa.

¿Qué vendrá mañana? ¿Qué me irá a pasar este año? ... preguntas ociosas, presentimientos inútiles; yo sólo sé una cosa: que hoy como ayer, que mañana como hoy, Dios me ama, y me ama tal como lo sueña mi corazón ... ¡No! Más, mucho más de lo que me atrevo a ambicionarlo, Yo sólo sé que hoy como ayer, voy a seguir viviendo en tus brazos y en el Corazón de Jesús y que Él, con una solicitud incomparable, va a regir todos y cada uno de los acontecimientos de mi vida. Yo sólo sé que ni uno de mis cabellos caerá sin la voluntad del Padre, sin los designios de Jesús y que todo lo que me va a acontecer está perfectamente ordenado para mi bien y para mi felicidad...

El Apóstol San Pablo nos da una enseñanza a este respecto muy concreta y muy luminosa: "Sabemos, además, que Dios dispone, todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio" (Romanos 8,28). Dios mismo, con una solicitud inefable, con un amor ternísimo, nos cuida y vela por nosotros. Entendamos ese "todas las cosas" sin excepciones, tal como suena.  Todo coopera a nuestro bien: por consiguiente, las persecuciones de fuera y las luchas de dentro, los peligros y las tentaciones, nuestros defectos y nuestras mismas caídas ... todo coopera al bien de los que aman a Dios, quiere decir que no debo inquietarme, porque yo soy de los que aman a Dios y de aquéllos a los que Dios ama.

¡Ah!  si nos diéramos cuenta cabal de esto, comprenderíamos que a cada paso lo mejor para nosotros es lo que Dios nos envía. Con frecuencia no nos resulta a nuestro gusto, ¿pero qué importa, con tal que nos santifique?

¿Cuál es el medio que tengo hoy para santificarme? El que Dios me envía.
¡Ciego! ¿Qué entiendes tú de los caminos de Dios? Si Nuestro Señor te ha mandado esto, por algo te lo manda; te ama más que tú a ti mismo, te ama más que nadie, anda solícito por tu bien. Si esto te envía, precisamente eso es lo que necesitas para tu santificación.

Si comprendiéramos estas verdades ¿Qué podría hacernos perder la paz?

DESAFÍO DEL DÍA

Repetir durante cada hora del día esta oración:

«Dios tu me amas más que yo a mi mismo y dispones todas las cosas para mi bien, tu amor me envía esto que estoy viviendo para mi santidad. Sí, lo reconozco, pero me duele; déjame pues llorar y quejarme, pero que mi corazón conserve tu paz".


Estudia la última de cuatro conferencias de Fray Nelson Medina O.P sobre "El amor que sana".
https://www.youtube.com/watch?v=sYQlN2g40RQ

No hay comentarios:

Publicar un comentario